21 de noviembre de 2012

Me siento extraña. La cursiedad volvió a mi. Hace mucho no me sentía así, de hecho me daba nauseas ver personas cursis por ahí. Pero cuando uno vuelve a la tormenta lo comprende todo. Estoy con mucho entusiasmo pero a la vez una barrera me para. Ese entusiasmo me excita, me da adrenalina, pero luego un balde de agua fría me paraliza al instante. Es increíble como los pensamientos actúan, o se van de vacaciones por un largo tiempo y vuelven para no irse jamás. Ahora intento echarlos y son inmóviles.
¿Cómo uno en tan poco tiempo puede estar hasta los dientes? Yo no entiendo en verdad. 
A la vez me contradigo, algo de mi me dice que no debo. Algo me echa atrás. A veces pienso que estoy siendo histérica. Tengo mis razones para sentirme así, pero es insoportable en mi cabeza. Ya se vuelve denso contradecirse todo el tiempo. ¿La razón o la emoción? Gran pregunta. Y a todo esto se le suma el gran factor que nombré en la entrada anterior, la vergüenza. En verdad no se si es vergüenza, puede que lo sea. Pero me inhibe, me vuelve loca. No puedo hablar, me cuesta. No puedo mostrarme tal cual soy. Me cuesta abrirme y soltarme a tanta cosa semejante. Estoy perdidamente.. ¿Perdidamente qué? ¿Qué es lo que siento? ¿Qué me pasa? 

20 de noviembre de 2012



¿Qué pasa en los momentos incómodos? Perdemos la atención. Deseamos dedicar la menos atención posible, tanto para no pensar como para no pasar vergüenza. No tomamos bien en cuenta el grado de dificultad que nos lleva esto. Y más aún si llegas a equivocarte, luego cuando  te des cuenta del error es muchísimo más grave la vergúenza que uno tiene pasar.
Hoy me siento así. No fue algo tan grave, de hecho ese mal entendido me sumó a favor. Pero luego pensar todo el tiempo en que metiste la pata, que entendiste mal unas pocas palabras te hace sentir verde, nauseabundo. Lo primero que pensas al darte cuenta que te confundiste es retirar lo dicho lo dicho. Pero.. ¿Me conviene hacer eso si me había sumado a favor? No me conviene, lo se. Tengo muchas ganas de dejar todo como está. Había prometido algo y no puedo hechar todo atrás. Pero luego tendré que intentar olvidar esto que me hace sudar. Aunque deba rescatar que si no hubiese entendido mal, capaz nunca hubiese hecho lo que hice.
De todos modos quiero desaparecer.

15 de noviembre de 2012

Si se sintiese la calma y fría soledad no tendría por qué plantearlo. Se abrió la puerta al infinito. Ese infinito agudo que no está bien definido pero tampoco me interesa atravesarlo bruscamente. De a poco se irá resquebrajando las capas de esta grieta, ese infinito agudo del cual hablaba. Esa aguda grieta se engrosará y me sorprenderá en el mismo acto en el cual se resquebraja. Increíblemente se me iluminará la vista y no será tanta la ausencia de luz que acostumbro a observar ahora. Habrá más claridad, todo será más transparente que la actual opacidad. En ese entonces ya será visible el camino de la profunda grieta. Me hundiré en los más intensos océanos del placer. Un placer que hará sentir mi estómago vacío con ganas de más y más hambre. Deseando quedarme con hambre siempre, toda la eternidad. Intentar completar ese infinito con puro amor. Saber que el infinito nunca se completa me da paz, esperanza de saber que nunca se terminará.