27 de marzo de 2012

Hoy va a ser uno de esos días... lo puedo presentir.
Finalmente puedo decir con orgullo, lo logré. Después de tantos años de lucha, de enfocarme únicamente en un sólo propósito, para que finalmente de sus frutos. Mi nuevo trabajo lo certifica - soy parte de una prometedora compañía constructora donde voy a estrenar mis nuevos conocimientos de arquitectura.
Después de las presentaciones formales y la cálida bienvenida en la empresa, me asignan unos edificios para estudiar con el fin de hacer las reformas necesarias. Con mi nueva compañera, Florencia, fotógrafa de oficio, iniciamos en un recorrido por los diferentes barrios porteños en busca de nuestros objetivos.
Ella parece, a simple vista, una chica muy seria, reservada y profesional. Pero también parece, como si quisiera ocultar algo.
Tampoco hay muchos temas para entablar una conversación, yo entiendo que el país esta muy convulsionado. Estamos sufriendo varios cambios, pero “esa realidad” esta muy lejos de la situación que nos toca vivir a nosotras.
Ella se mantuvo muy distante hasta el momento de revisar un edificio que linda con una fábrica abandonada. Su cambio de actitud fue repentino. La ansiedad la capturó de repente. Se transformó en otra persona. Sin embargo conmigo siguió distante. Sin omitir casi palabras comenzó a hacer su trabajo, pero no era tal. Su objetivo parecía ser la fabrica abandonada. Sacó fotos sin parar. No pude mas con mi curiosidad y finalmente le pregunté. ¿Por qué ese edificio? ¿Qué tiene en particular esa fábrica? Ese no es nuestro objetivo, señalé.
Se puso colorada y sin vacilar respondió: ¿Realmente querés saber? ¡No hay vuelta atrás! No me dejo responder y comenzó su relato queriendo desahogarse.
Quede atónita. Esperaba otra respuesta. Me habló de manera firme y contundente. La peor de las realidades se hace presente. Ese contexto que no se ve en diarios o noticieros, que es simplemente es un murmullo, “algo” que comenta la gente, toma forma.
Las circunstancias de un gobierno violento con sus consecuencias estaban delante de mis propios ojos. Esa fábrica, que por fuera era un edificio en ruinas desde mi punto de vista, es ahora un lugar siniestro, dónde torturan gente inocente.
Entre en pánico, no quería saber más, trate de callarla pero continuó. No entiendo ¿Dónde quiere llegar? ¿Por qué me dice todo esto a mi?
Soy simplemente una chica recién recibida, sin experiencia alguna en la vida. Sólo con 23 años, estoy cargando con toda es información que no se que hacer.
Y como si fuera poco, “ella” con 20 años y sus valores tan definidos, la lucha por los derechos de los demás, sin esperar nada a cambio, arriesgando tanto. ¡Qué compromiso!.
Mi plan de vida es más simple, estudiar, trabajar, casarme y tener hijos. Ahora con toda esta información, cambia todo.
Me enojé, le grité y me fui corriendo. La odié por hacerme cómplice de saber lo que todos quieren ocultar. Lloré de bronca. Me angustié.
Después de varias horas de caminar sin sentido comencé a deducir.
Recordé momentos en la facultad, persecuciones, compañeros de facultad que sencillamente dejaron de venir. Todas esas situaciones “inauditas”, tan lejanas y olvidadas empezaron a tener sentido. Hasta ahora me negaba, pero empecé a comprender lo que está ocurriendo.
Tomé fuerzas, valor y volví con mi cómplice, con toda la intención de acompañarla, con ganas de hacerle saber que no esta sola y que entendí, finalmente entendí la realidad.
Pero el entorno una vez más sacudió mi día. La cámara sin rollos, tirada en piso me hizo saber que mi compañera es un rehén más de este gobierno tan violento y desmedido.
Suspiré y pensé “Hoy es uno de esos días”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario